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CABEZA BORRADORA (1977)

Sepan vuesas mercedes que he pasado tres semanas infernales con una conexión a Internet del diablo, que se me colgaba cada dos por tres. El ochenta y cinco por ciento de las veces no tenía red. Después de mucho dar el coñazo a mi servidor, me tuvieron que renovar todo el cableado hasta la calle. Se acabaron los problemas, y al fin puedo volver a ser Homo Interretis (sive Internuticus). De todos modos, déjenme decirles que en estas semanas he recuperado esos pequeños y grandes placeres que disfrutan quienes no tienen una bitácora que alimentar, que en el fondo es un comecocos como otro cualquiera. Anteayer, por ejemplo, recuperé Cabeza borradora, primer largometraje de David Lynch. Hoy no se llevan las películas de pensar, y mucho menos las de no entender y de romperse la cabeza. El espectador medio no quiere ir al cine a que le cuenten historias que no comprende, no paga porque le obliguen a pensar.

Cabeza borradora es un film difícilmente entendible, pero ni falta que hace por su carácter poético extremo. Es un poema visual en blanco y negro con influencias expresionistas y surrealistas más que notorias, lo que automáticamente le entronca en un experimentalismo con sabor de otra época y con mucho de coña marinera, todo sea dicho. La gestualidad de los actores (y no sólo de su protagonista), es expresionista. Un poema, sí, pero un poema al estilo de los poetas románticos y simbolistas que trasladaban sus pesadillas a la literatura. Un poema inundado a veces de un humor grotesco, como podrán ver. En realidad, este es el gran mérito de Cabeza borradora después de su belleza formal: su carácter de pesadilla filmada. La pesadilla, sueño que infunde pánico, tiene un carácter inaprehensible y difícil de traladar a la pantalla. Cada uno tiene sus miedos y pesadillas, así que Lynch unifica miedos ancestrales del ser humano recurriendo a lo retorcido, lo monstruoso, lo silencioso y lo oscuro. Gracias al blanco y negro de la fotografía, que remite formalmente al periodo del pasado, y por tanto de lo muerto, el prodigio de la pesadilla filmada se hace realidad. Cabeza borradora es una película artesanal en la que Lynch, además de director y guionista, proyecta otras responsabilidades artísticas que nos hacen comprender toda su sensibilidad y todo su talento. Un talento que debió de sorprender mucho en su tiempo (yo la disfruté en aquel entrañable Cine Club en el Paraninfo de la Universidad de Murcia) y que hoy ha sido asimilado por la oficialidad de los artístas plásticos del cine, aunque muy difícilmente, teniendo en cuenta la escasa prodigalidad del genio de Lynch en las pantallas y el lapso que hay entre su último film estrenado, la inquietante y bellísima Mulholland Drive (2001), y la película que ahora mismo se halla en post-producción: Inland Empire.

En Cabeza borradora tenemos el compendio de la obra lynchiana: la intrusión de lo onírico en el mundo real, la mujer peligrosamente sexual, el monstruo, las personalidades extrañas, las psicologías torturadas, el horror que late debajo o detrás de lo cotidiano… Formalmente, hallamos la atmósfera densa, los rincones sórdidos, los parajes mágicos o inquietantes. Entender o no Cabeza borradora es lo de menos, sobre todo porque desde algún punto de vista puede ser desventrada y explicada. Sin embargo, la profanación del secreto de la belleza y la poesía no siempre tiene una recompensa feliz. A veces, como en Cabeza borradora, es mejor dejarlo pasar como cualquier otra pesadilla que nos visita durante la noche. A continuación, estreno juguete. En este caso se trata de un fragmento del film que reproduzco gracias a esa nueva juguetería de la Red que se llama You.Tube, denominada Tutubo por los más campechanos. Pueden verla clicando sobre la flechita que señala la derecha. Que ustedes la disfruten y sepan gozarla con el espíritu lúdico que merece.

Cabeza Borradora, de David Lynch (1977). Guión por David Lynch. Fotografía de Herbert Caldwell y Frederick Elmes. Montaje, música original y diseño de producción de David Lynch. Con Jack Nance, Charlotte Stewart, Allen Joseph, Jeanne Bates, et al. B/N. 108 minutos. USA. (****, de 4).

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